Mi muro y opiniones de autoridades

sábado

EL ÁRBOL DEL SABER DE DESCARTES Y SUS MALENTENDIDOS

Es lamentable que ciertos estudios de elevado interés para entender la filosofía cartesiana hayan recibido por parte de las editoriales un descuido como ha sido el caso del libro de Desmond M. Clarke, titulado "La filosofía de la ciencia de Descartes". Creo que los hispanohablantes interesados en la investigación de la obra cartesiana sólo contamos con una única edición de Alianza Editorial, allá por los comienzos de los años ochenta,

Clarke cuestiona con sólidos argumentos la interpretación tradicional del apriorismo cartesiano, en una línea con la que considero afín el planteamiento que en otra entrada anterior he presentado sobre la metodología cartesiana aplicada a la investigación del mundo natural.

Pero no es esto en lo que quiero detenerme ahora, pues aún me hallo contrastando mi posición con las razones expuestas por el mencionado autor en su libro, pese a que actualmente cuento con menos tiempo para dedicar a estas labores investigadoras. Del libro de Clarke quiero traer a colación aquí algunas citas del propio Descartes que refrendan no sólo mis estudios sino el sentido que él daba al tiempo que dedicó a las especulaciones metafísicas. Pero, por otra parte, también me acercan a lo que intuyo que es la perspicaz visión de un gran intelectual argentino, el Dr. Joaquín E. Meabe, quien tanto me ha insistido en la vinculación o influencia del pensamiento pragmatista de Francis Bacon sobre las orientaciones o intereses que guiaban la visión cartesiana de la ciencia. No sólo sería patente la influencia baconiana en el planteamiento de la duda metódica, por su consonancia con el pensamiento de aquél de que, si se comienza con certezas,se termina dudando, mas si se comienza por dudar se terminará por dar con algunas certezas. También es plausible la influencia o, al menos, la coincidencia entre ambos en la concepción utilitarista de la nueva ciencia, orientada a dominar la naturaleza por medio del aumento del conocimiento con el fin de mejorar cada vez más la vida humana.

Descartes utilizó la famosa metáfora del árbol para explicarnos su visión del saber científico universal. Valga esta esmerada imagen de Marco Oca ( en prezi) para ilustrarla:




La metafísica, como vemos, se parangona con las raíces del árbol del saber. Esta equiparación puede inducir a una concepción bastante errada del pensamiento cartesiano, pues no deberíamos presuponer que a juicio de Descartes en la metafísica radicase la revolución que proyectaba realizar en la esfera del pensamiento científico.

Quizás deberíamos leer esta metáfora de Descartes con la mentalidad de un campesino. Ciertamente un agricultor cuidará sus árboles para que arraiguen firmemente en la tierra y se nutran lo suficientemente bien, pero siempre en vistas a los frutos que espera obtener. Éstos son su máximo interés. Y, para Descartes, el interés de la filosofía no era otro que proporcionar la sólida defensa de la nueva visión científica del mundo respecto de la cual los trabajos e investigaciones particulares de Copérnico, Kepler o Galileo, eran insuficientes o, al menos, ineficaces para acallar el escepticismo teológico-escolástico hostigante de las autoridades ( entre ellos, como yo defiendo, los adeptos a la posición relativista del Papa Urbano VIII) de su tiempo, tan contrarias a las orientaciones de la fisicamatemática.Sin embargo, cual si fuese un campesino, Descartes sólo prestaba sus cuidados a las raíces de este árbol con la gran esperanza de hacer ver y demostrar al mundo cómo del tronco de la física matemática iban a desarrollarse las ramas que nutrirían a la humanidad de los beneficiosos frutos de los que dependería todo progreso futuro. Y, por ello, más tiempo sería preciso prestar a las ciencias prácticas que el dedicado a la metafísica. De hecho, Descartes consideraba que, una vez que se hubiesen asentado los pocos principios básicos de una buena metafísica, podría dejar de reclamar más atención a fin de dedicarlo al progreso de la investigación del mundo natural.

Y dicho esto, traigo a colación las citas que recoge Clarke en su libro.

"Un punto a destacar es que no debe dedicar demasiado esfuerzo a las Meditaciones ni a las cuestiones metafísicas, o darles un tratamiento elaborado en comentarios y similares. Aún menos debe hacerse lo que algunos intentan, y sumergirse más profundamente en estas cuestiones que el propio autor; ya él se ha enfrentado con ellas con la profundidad suficiente. Basta con dominarlas una vez de forma general y recordar después las conclusiones. De otra manera conducen la mente muy lejos de las cosas físicas y observables y la hacen inapropiada para su estudio. Y sin embargo, son justamente esos estudios físicos el propósito más deseable para el hombre ya que pueden reportarle grandes beneficios para la vida. El autor ha desarrollado las cuestiones metafísicas con perfecta minuciosidad en las Meditaciones,y ha establecido su certeza en contra de los escépticos y demás; de modo que no se encuentren todos  en la obligación de afrontar la tarea por sí mismos, o tengan la necesidad de gastar tiempo y desazones meditando sobre estas cosas. Basta con conocer el primer libro de los Principios  ya que éste incluye aquellas partes de la Metafísica que es preciso conocer para la Física y demás ( citado de "Cottingham, pp.30-31",por D. Clarke en "La filosofía de la ciencia de Descartes", p.17)

"Puedo decir con certeza que la regla de oro que siempre he observado en mis estudios y que considero de la máxima utilidad en la adquisición de todo el conocimiento que poseo, ha sido no emplear nunca más de unas pocas horas al día en el tipo de pensamientos que ocupan la imaginación, y tan sólo unas pocas horas al año en aquellos que ocupan al intelecto puro...Creo que es muy necesario haber comprendido, una vez en la vida, los principios de la metafísica...Pero también creo que puede ser muy dañino ocupar con frecuencia el propio intelecto en meditaciones sobre ellos, ya que esto puede impedirnos el dedicarlo a las funciones de la imaginación y de los sentidos. Mejor es contentarse con guardar en la memoria  y en el convencimiento las conclusiones obtenidas una vez de ellos, dedicando el resto del tiempo de estudio a pensamientos en los que el intelecto coopera con la imaginación y los sentidos " ( op.cit., cita de la correspondencia a Isabel de Bohemia, 28 de junio de 1643)

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